jueves, 9 de junio de 2011

ANTES DE LA REVOLUCION

                                                 EJERCITO CONSTITUCIONALISTAS



El ejército constitucionalista fue uno de los múltiples ejércitos mexicanos que surgieron durante la Revolución mexicana en 1910. Este ejército fue liderado por Venustiano Carranza, y formado con la intención de mantener el orden constitucional del país y de derrocar al gobierno federal del entonces presidente Victoriano Huerta. El Plan de Guadalupe fue un elemento clave para el surgimiento formal del ejército, pues en este plan se organizaban y unificaban los movimientos insurgentes. La lucha de este ejército permitió la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, que aún rige.

                              

Antecedentes
México vivía una época de autoritarismo por el puño de Porfirio Díaz, quien ya llevaba casi tres décadas como líder político del país. Esto había generado desconcierto en la población pues se esfumaba la percepción de democracia en el país; la frase "Sufragio efectivo, no reelección" había sido pronunciada por el mismo Díaz en 1871 contra Benito Juárez, y era evidente que no se estaba cumpliendo. Finalmente, el 25 de mayo de 1911, Díaz firmó su renuncia a la presidencia por motivos de salud, a los 81 años de edad.
Partiendo de esta situación, en 1911, a partir de la salida del general Porfirio Díaz, se generó un ambiente de incertidumbre en la República Mexicana con la postulación de Francisco León de la Barra a la Presidencia Interina de la República. Esta crisis generalizada continuó hasta la sucesión al poder de Francisco I. Madero como Presidente de México, nueve meses después, lo que generó distintos acontecimientos que desencadenaron la inestabilidad del país.[1]
La mayoría de estos acontecimientos surgieron en la zona norte, en donde se despojaba de tierras y propiedad privada a ciudadanos de esta área para cedérselas a aquellos terratenientes que fungían como administradores locales en la pasada administración (Porfirio Díaz). Otra razón surge en esa misma zona, donde aquellas colonias militares que fungían como grupos de defensa,[1] ante los inminentes ataques de los indios nativos americanos a la zona, se les despojó de sus propiedades privadas para ser administradas por el gobierno federal. Ésta fue justificación suficiente para que aquellos grupos ejercieran protesta a su derecho de defender su propiedad privada y tierras.[1]
Fernando Moreno establece en Los Ejércitos de la Revolución Mexicana 1910-1920 que como consecuencia de lo anterior, surgieron distintas agrupaciones compartiendo los mismos objetivos: la rebelión en contra del Estado y el asentamiento de un gobierno puramente legítimo que respondiera ante las inquietudes de los ciudadanos. Las agrupaciones desencadenaron una serie de confrontamientos que se llevarían a cabo en el norte de México, que eventualmente se extenderían hacia el centro y sur de la República. Esto permitió la adhesión de más grupos, creando así una verdadera oposición ante el gobierno federal comandado por Victoriano Huerta, que fungió como presidente después de traicionar a Francisco I. Madero en el evento conocido como la Decena Trágica.

El Ejército Constitucionalista

 Creación del primer ejército

La ciudadanía que se opuso al nuevo gobierno huertista, eventualmente consiguió alianzas con aquellos partidarios y seguidores que apoyaban incondicionalmente las ideas de Madero, como Genaro M. Velázquez. Asimismo, surgieron movimientos y grupos insurrectos en diversos estados del país en contra de Huerta, como la división del Coronel José María R. Cabanillas en Tamazula, la del Mayor Macario Gaxiola en Los Mochis, la del Coronel José María Ochoa en Villa de Ahome y Juan Carrasco en el sur.
Según Sergio Ortega en su artículo, La etapa constitucionalista, la principal problemática que afectaba a los grupos rebeldes era que no contaban con los recursos suficientes para poder atacar y vencer a los ejércitos del gobierno federal. Como consecuencia de acciones fallidas ocurridas en el pasado, estos nuevos movimientos fueron retomados y comenzaron a unificarse bajo el mando de Venustiano Carranza, quien tiene como objetivo mantener el orden constitucional del país. El 19 de febrero de 1913, Carranza promulgó un decreto para que todos los movimientos de insurrección fueran organizados y unificados en un mismo ejército, lo que dio origen formalmente al ejército revolucionario, considerado como el primer ejército constitucionalista en México.
Venustiano Carranza y Álvaro Obregón (1914).
Un mes después, este decreto sería respaldado con la promulgación del Plan de Guadalupe, efectuado el 26 de marzo de 1913, que proclamó en su dictamen un llamado a todas las fuerzas federales y revolucionarias para unirse al movimiento y defender la revolución iniciada por Madero. Distintos líderes dialogaron con Venustiano Carranza para establecer los pactos que conllevarían a un acuerdo estratégico, entre los que destacaron: Francisco Villa, Felipe Ángeles, Álvaro Obregón, Pablo González. Cada uno de ellos comandaba sus respectivas fuerzas militares.[2]

 Consolidación

Una vez establecido el ejército revolucionario formalmente, se estableció que la fórmula Obregón (división noroeste)-Villa-González (división noreste) significaría la victoria militar. Se comenzaron a librar batallas contra el ejército federal en cada estado y región de la República Mexicana, siendo la División del Norte (comandada por Francisco Villa), la división más grande y poderosa del ejército revolucionario.
Mientras tanto, Venustiano Carranza, se desplazaba de la zona norte a la costa del Pacífico sirviendo como mediador entre regiones para preservar la estabilidad y conciliar las diferencias entre las facciones revolucionarias. Por su parte, Álvaro Obregón situó sus tropas en los puertos de Mazatlán y Guaymas, para después trasladarse a los estados de Sinaloa y Jalisco y así consolidarse en la región de los estados de la Costa Pacífica.
De esta manera, el ejército contaba con victorias en la región norte, en los estados de las costas del Pacífico y el centro. Aunado a esto, la consolidación de los estados del sur, presididos por el General Emiliano Zapata permitió el ejercicio de un control estable a cada uno de los estados de la república mexicana por parte del Ejército Revolucionario. A pesar de los esfuerzos de los líderes militares, la victoria de los constitucionalistas no trajo la paz.[2]

 La Convención de Aguascalientes y los Constitucionalistas

El 1 de octubre de 1914 se iniciaron las juntas de la Convención de Aguascalientes, cuyo fin era la elaboración de programas, reformas y políticas que se deberían llevar a cabo para reestructurar a México después de la Revolución. Sin embargo, surgieron distintas posturas que impidieron que se llegara un acuerdo formal. Por un lado, Francisco Villa y Emiliano Zapata exigen la implementación de programas al desarrollo social y reforma agraria, mientras que para Venustiano Carranza, la necesidad primordial fue la de implementar reformas políticas a largo plazo. Esto trajo consecuencias negativas, puesto que el debate se empobreció y los acuerdos quedaron pendientes dejando claras las divisiones entre las facciones.[1]
De esta manera, se disolvió el ejército constitucionalista y surgió la facción de los Carrancistas (junto con las divisiones al mando de: Álvaro Obregón y Pablo González) que se vieron sometidos a la presión de Villa y Zapata, líderes de las divisiones norte y sur respectivamente. Enrique Krauze menciona en su crónica, Puente Entre Siglos: Venustiano Carranza, que los Constitucionalistas (nombre alterno de la facción Carrancista) lograron recuperar el territorio perdido derrotando a Francisco Villa en 1915, mientras que en 1919, el General Pablo González es ordenado a mitigar las guerrillas sureñas comandadas por Emiliano Zapata.
                                                                

No hay comentarios:

Publicar un comentario